Proceso de construcción
La Iglesia cuya descripción se acaba de realizar tiene unos claros precedentes que se han puesto de manifiesto durante las excavaciones arqueológicas, así como de la interpretación que puede hacerse de las fuentes documentales. Por ello, pese a las grandes lagunas encontradas, ahora puede confirmarse la existencia de dos Iglesias, la primera sería anterior al siglo XII y se erigió bajo la advocación de Santa María y, la segunda, coincidiría con la actual levantada a finales del siglo XII o comienzos del XIII, todavía dentro de la estética románica, consagrada a la Transfiguración de El Salvador.
Iglesia de Santa María
Govantes señala que entre los pueblos e Iglesias que en el año 978, donaron los Condes de Castilla, Garcí Fernández y doña Aba, su mujer, para su hija doña Urraca, en la fundación del Monasterio de Covarrubias, se encontraba la de Santa María de Tirgo36. Este documento conlleva cierta confusión, porque el mismo autor, partiendo de él, señala que lo que había en Tirgo en esa época era un monasterio, cuestión ésta que en publicaciones posteriores se ha repetido, y ha llevado a interpretar que la ermita de Santa María, que existió en la villa, era a la que hacía referencia la fuente manuscrita, como tal monasterio. En la actualidad y, teniendo en cuenta los restos aparecidos durante la excavaciones arqueológicas realizadas en el entorno de la Iglesia de El Salvador, podemos pensar en la posibilidad de que la Iglesia de Santa María, fue la que existió en la villa de Tirgo, ocupando el mismo espacio que la actual. Fue también ésta, la que el 12 de diciembre del año
1052, fue donada al Monasterio de Santa María la Real de Nájera, para su fundación, siendo confirmada la donación por el emperador Alfonso VII, al prior Raimundo, el 25 de noviembre del año 115537.
Gracias a la última excavación realizada, en la zona norte de la edificación parroquial, ha quedado más clara constancia de la existencia de una construcción
36. GOVANTES, Ángel Casimiro de: Diccionario geográfico-histórico de España, por la Real Academia de la Historia. Sección II. Comprende La Rioja o toda la provincia de Logroño y al- gunos pueblos de la de Burgos. Madrid. Imprenta de los señores Viuda de Jordán e hijos, 1846; págs.: 190-192. (Reed. Logroño. Consejería de Cultura y Deportes. 1986).
37. I.E.R., M/226: HERGUETA Y MARTÍN, Narciso: “Colección de documentos históricos riojanos”. Vol. I: 457-1075 y Vol. II: 1076-1170. RODRÍGUEZ R. DE LAMA, Ildefonso: Colección diplomática medieval de La Rioja. Tomo II: Documentos (923-1168). Logroño. Gobierno de la Rioja, I.E.R., 1992; págs. 269-270.
anterior, pudiendo pertenecer a ella un capitel y un fragmento de una columna, así como restos significativos de muros que delimitan el espacio que pudieron pertenecer a la antigua Iglesia de Santa María. Sin duda, el hallazgo más significativo para la Historia del Arte riojano, es la del capitel, de grandes dimensiones y en muy buen estado de conservación, con decoración realizada mediante finas incisiones, en sus cuatro caras, marcando unas ondas que nacen de las esquinas, rematándose éstas a manera de toscas bolas de desigual configuración. Su tipología no es similar a nada de lo conservado en La Rioja y, por comparación con otras construcciones de la misma época de regiones próximas, cabe señalarse que tampoco hay nada estrictamente similar, pero por su estilo podría llevarse su cronología hasta el siglo XI (Lám. 15).
Iglesia de El Salvador
La Iglesia de El Salvador fue declarada Monumento histórico-artístico el 13 de noviembre de 1969, subrayando su importancia por ser uno de los ejemplos romá-
nicos de la zona mejor conservado38. La primera vez que se menciona, documentalmente, la existencia de la Iglesia de El Salvador de Tirgo es el 18 de junio de 1310, al dejar constancia de los límites de algunas propiedades entre Tirgo, Naharruri y el Monasterio de Herrera39 y, con posterioridad, el 21 de diciembre de 1417 en un documento en el que el cabildo de la Calzada permuta el préstamo de Oreca con Martín Astete, canónigo, que poseía los de Tirgo y Anguciana y, el 10 de marzo de 1418, fecha en la que Lope Sánchez, canónigo de la Calzada, toma posesión de los empréstitos de Tirgo y Anguciana, en nombre del Cabildo40. En 1479 el Cabildo de la Calzada reconoce recibir el dinero del préstamo de la Iglesia de El Salvador de Tirgo41. Pero, pese a las informaciones concretas de su existencia, nada sabemos de los maestros que la construyeron. En el exterior del edificio se conservan algunas marcas de cantero en el muro norte, capilla del lado norte, en el ábside y en el muro sur. Las que se detectan en la capilla del lado norte se localizan en la zona inferior del muro42, por lo que se trata de sillares re aprovechados al erigir la capilla, de nueva planta, en el siglo XVI, éstas tienen forma de flecha y son similares a las que pueden apreciarse en el ábside. Las marcas no se extienden hacia los pies de la edificación, sino que se conservan en las zonas más cercanas al ábside, repitiéndose en los muros las mismas, lo cual indica que la construcción se debió realizar sin grandes paros. Podemos establecer que la Iglesia de El Salvador de Tirgo pudo comenzar a construirse a finales del siglo XII, pero el abovedamiento apuntado de su nave hace pensar que ésta debió terminarse iniciada la siguiente centuria, época a la que también correspondería la espadaña. El conjunto medieval debió de acabarse con la edificación de muro de sillería en el lado norte, que en la actualidad ha quedado a la vista, y que da un valor añadido a la edificación. El hecho de que perdiera su función defensiva original, adosándose en el exterior pequeñas construcciones usadas para diferentes actividades agropecuarias, es lo que ha permitido su conservación hasta la actualidad43.
38. B.O.E. nº 294, 9 de diciembre de 1969; pág. 19.145.
39. I.E.R., M/229: HERGUETA Y MARTÍN, Narciso: “Colección de documentos históricos riojanos”. Vol. IV: 1286-1399.
40. LÓPEZ DE SILANES, Ciriaco y SÁINZ RIPA, Eliseo: Colección diplomática Calceatense. Archivo Catedral (1400-1450). Logroño. Comunidad Autónoma de La Rioja, I.E.R., 1991; págs.: 109-111 y 113-114.
41. LÓPEZ DE SILANES, Ciriaco y SÁINZ RIPA, Eliseo: Colección diplomática Calceatense. Archivo Catedral (1451-1499) y Archivo del Hospital (1431-1497). Logroño. Comunidad Autó- noma de La Rioja, I.E.R., 1992; págs.: 85-103.
42. Estas marcas quedan ocultas por debajo del nivel del terreno y han podido verse al realizar la excavación arqueológica del entorno del monumento.
43. Puede verse una fotografía del aspecto que presentaba con las construcciones adosadas en: A.A.V.V.: Enciclopedia de La Rioja. Tomo IV. C.A.Z.A.R. Logroño. 1983, págs. 183-184.
Como singularidad, es necesario señalar, que la Iglesia de El Salvador tuvo su tejado, hasta el siglo XVI, cubierto con losas de piedra, colocadas a dos aguas, que a los lados, antes de alcanzar los canes dejaban un espacio liso que, en origen debió permitir llegar hasta la espadaña con facilidad. Quizás su ábside también estuvo cerrado con este tipo de cubierta, al igual que hoy puede verse en Valgañón, en la Iglesia de Tres Fuentes. Desgraciadamente, en el caso de Tirgo, las losas fueron recubiertas con hormigón, durante una intervención llevada a cabo en 1972 (Lám. 16). Las fuentes manuscritas también nos desvelan su presencia, al señalar en 1594, que la Iglesia había gastado 54 reales, provenientes de la venta 9 fanegas de cebada, en abonar el coste del trabajo ejecutado para “…desenbolver el texado de la Yglesia e aderezar el texado de abaxo…”44.
La siguiente etapa de intervención en el monumento que se constata, es la lleva- da a cabo en el siglo XVI. En este período, asistimos en muchas localidades rioja- nas al derribo de los pequeños templos medievales, para levantar otros de mayor envergadura que permitieron atender nuevas necesidades, como los enterramientos en el interior de sus muros. No fue el caso de Tirgo, donde la escasez de medios económicos y quizás, el poco crecimiento de la población, llevaron a la ejecución de reformas que, pese a introducir cambios en la estructura del edificio medieval, conservaron gran parte de éste. Así, en la Iglesia de El Salvador se añadieron dos capillas en el primer cuerpo de la nave, se hizo una nueva sacristía; se levantó un coro alto a los pies; y se llevó a cabo un recrecido exterior de los muros perimetrales de la nave del templo, ocultado la espadaña, por lo que fue necesario construir una torre con función de campanario a los pies, que posteriormente sería rehecha Establecer una cronología acertada en todos estos elementos resulta de gran complejidad, teniendo en cuenta las fuentes documentales con que contamos y que el primer Libro de Fábrica de la Iglesia de Tirgo ha perdido los primeros 48 folios que servirían para aclarar algunas dudas que plantea el monumento.
Uno de los primeros cambios que pudo experimentar el templo y del que no contamos con una clara constancia documental es la del coro alto a los pies. Tanto la tracería calada de su barandilla, sobre un friso de decoración vegetal y animal, como la bóveda de terceletes y la decoración empleada en el extradós del arco, son elementos más próximos a los gustos de comienzos del siglo XVI. Poco después y cubriendo el espacio, igualmente con una bóveda de terceletes, debió levantarse la capilla del primer tramo del lado del evangelio, dedicada a Santa Ana, siendo necesario indicar que en ella ocupa un lugar singular, en el muro norte, el sepulcro de Juan Sáenz de Arana. Este personaje fue canónigo de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada y a él se hace referencia en una reunión celebrada en el
44. A.H.D.L.: Tirgo. Libro de Fábrica, 1587-1633, Caja 4. Fol. 73 rº.
cabildo el 11 de julio de 153045. Posteriormente, el 19 de septiembre de 1556, Juan de Saravia, clérigo racionero en Santo Domingo de la Calzada y beneficiado en las Iglesias de El Salvador en Tirgo y San Pelayo en Redecilla del Campo, pide en su testamento ser enterrado en la capilla de Santa Ana, haciendo especial incidencia en que el sepelio debía ser “…dentro…”, en la capilla “…que fundo y edifico Juan Saenz de Arana…”, de la cual ejercía el patronazgo en ese momento. Al mismo tiempo, establece entre sus mandas que suceda como patrón su sobrino Francisco de Saravia, beneficiado en la Iglesia de Tirgo46. Teniendo en cuenta ambas fechas
45. MOYA VALGAÑÓN, José Gabriel: Documentos para la historia del Arte del Archivo Cate- dral de Santo Domingo de la Calzada, 1443-1563. Logroño. Comunidad Autónoma de La Rioja. Instituto de Estudios Riojanos, 1986; pág.: 40.
46. A.H.P.LR.: Santo Domingo de la Calzada. Alonso Gutiérrez de Amaya, 1555-1556. Leg.
3.327/1. Fols. 375 rº-377 vº. (MOYA VALGAÑÓN, José Gabriel: Arquitectura religiosa del siglo XVI en La Rioja Alta. Tomo II. Logroño. Diputación Provincial. I.E.R., 1980; págs.: 36-37, doc. nº 123). En el citado testamento de Juan de Saravia, éste deja constancia de que debía 39 reales y medio a la viuda de Sancho de Zamudio por “…ciertas obras y maderas que el dicho marido hizo para la Yglesia, seyendo yo primiciero, y para mi casa…”, pero no especifica la Iglesia exacta, por lo que no podemos afirmar que se trate de la de Tirgo.
puede establecerse la cronología de la capilla del lado del evangelio entre 1530 y
1556. En el muro norte, el sepulcro de Juan Sáenz de Arana adopta una gran sencillez. El yacente se dispone sobre la tapa, revestido como clérigo, bajo arco solio que se decora en la parte superior mediante motivos vegetales de cardina y pináculos, dejando espacio en la parte inferior para labrar tres escudos de armas: en el primero y el tercero se repiten los mismos motivos heráldicos y son cuartelados en cruz con barra, caldera, caldera y barra, rodeados por bordura de aspas y; el cen- tral, es cuartelado en cruz, con flor de lis sobre dos roeles surmontada por dos veneras, torre almenada en el segundo, cinco bandas de ondas en el tercero y árbol con estandarte sobre jabalí en el último. En la actualidad, en esta capilla, se conserva un retablo de dos cuerpos y ático, fundamentalmente de pintura, cuyo estilo estaría próximo al de Alonso Gallego, de cuya mano también salieron las pinturas del trascoro de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada, por lo que pudo ser el propio canónigo Juan Sáenz de Arena, el que se ocupara de encargar todo el con- junto.
La capilla fundada por Juan Sáenz de Arana, dedicada a Santa Ana, pronto debió quedar sin un heredero directo que la atendiera, si tenemos en cuenta que en
1647, Pedro de Ocio, visitador general del Obispado, dispone que puesto que la Fábrica era la que la había arreglado, fuera ella su beneficiaria47, pero en 1666 de nuevo se apunta que sea su patrón el encargado de repararla. En 1728 Jerónimo José Santerbas, visitador general del Obispado, manda a Josefa de Olave, viuda, vecina de Santo Domingo de la Calzada, que componga la capilla, ya que con el agua que entraba se estropeaba también la sacristía y sus ornamentos. Todas las peticiones que hicieron los diferentes visitadores, para que se pusiera con decencia la capilla de Santa Ana fueron nulas, y ni Josefa de Olave, ni José de Río, su here- dero, hicieron nada por arreglar la ventana o el tejado de la capilla, a pesar de establecerse plazos muy concretos y la amenaza de que la Fábrica se quedaría con la capilla si ésta no se reparaba48.
Después de la construcción de la capilla de Santa Ana es probable que otras re- formas afectaran al exterior del templo, como la elevación de los muros de todo el conjunto de la nave de la Iglesia, desapareciendo la espadaña y levantando una nueva torre (que sería rehecha en el siglo XVIII), además de contratarse la construcción de la sacristía y la capilla del primer tramo del lado de la epístola. En estos trabajos son los que pudo estar involucrado el cantero Francisco Martínez de Goicoa, vecino de la Universidad de Astegarreta y residente en Santo Domingo, el cual hizo su testamento el 13 de marzo de 1571. En éste, declara que a su cargo es-
47. A.H.D.L.: Tirgo. Libro de Fábrica, 1633-1686, Caja 4. S.f. (1647, septiembre, 1).
48. A.H.D.L.: Tirgo. Libro de Fábrica, 1633-1686, Caja 4. S.f. (1666, septiembre, 16). Libro de Fábrica, 1687-1759, Caja 5. Fols. 139 rº-142 rº y 147 vº. Libro de Fábrica, 1759-1850, Caja 5. Fols. 2 vº-3 rº, 41 vº-42 rº, 67 vº, 68 rº, 118 rº y 185 rº-186 rº.
taban “…el edificio de la Yglesia del Monasterio de Señor Sant Francisco extramu- ros de la çiudad de Santo Domyngo de la Calçada, el edificio de la Yglesia de la villa de San Bizente de la Sosierra de Navarra, e el de la Yglesia de Briñas y el de la Yglesia de Tirgo e de Santa Maria de Belorado…”, encargando a Juan Pérez de Obieta, vecino de Gastibarreta, casado con Dominga de Goicoa, su sobrina, que “…tome a su cargo el azer fenecer e acabar las dichas obras, conforme a los con- tratos que de ellos tengo hechos…”49.
La sacristía y la capilla levantada en el lado de la epístola presentan similitudes en su ejecución, cubriéndose ambas con bóvedas de arista que apean en sencillas ménsulas, además de emplear aparejos análogos en su sillería. Al menos éstas pu- dieron ser algunas de las intervenciones iniciadas por Francisco Martínez de Goi- coa, poco antes de 1571, y que fueron cedidas a Juan Pérez de Obieta, el cual a su vez contó para su culminación con la colaboración de Juan de la Hedilla. Solamente así podemos entender que este maestro, el 5 de abril de 1574, pagara al Juan Pérez de Obieta 170 reales por la piedra y otros materiales que le había dado para la ejecución de la obra de la sacristía de la Iglesia de Tirgo50. Debió dilatarse en el tiempo la obra, porque, el 2 de agosto de 1587, el visitador del obispado Pedro Herrán, después de repasar las cuentas de la Fábrica aclara que el coste del último pago de la obra la sacristía había ascendido a 34.070 maravedís, los cuales se habían dado al cantero Juan de la Hedilla51. Además, se manda que para dar por concluido el encargo debería enlosarse la sacristía, así como abrir una ventana y hacer una grada. Teniendo en cuenta que el maestro aludido había fallecido en 158452, su intervención en Tirgo, fue llevada a cabo poco antes del óbito.
En cuanto a la capilla situada en el lado de la epístola, estaba dedicada a Nues- tra Señora de los Remedios y, por sus características estilísticas, como ya se ha indicado, debió erigirse al mismo tiempo que la sacristía. Lo que no puede afirmarse es que fuera Francisco de Briones, beneficiado de la Iglesia de Tirgo, el que ordenara su ejecución en 1738, como se afirma en algunas fuentes bibliográficas53. Estilísticamente no corresponde a ese período artístico y las fuentes documentales, sin embargo, si nos dan a conocer que en las mandas testamentarias de Francisco de Briones y Mena, beneficiado de la Iglesia de Tirgo, dadas el 29 de junio de
1758, éste pedía ser enterrado en la capilla de los Remedios, en una sepultura de
49. A.H.P.LR.: Santo Domingo de la Calzada. Alonso Gutiérrez de Amaya, 1570-1573. Leg.
3.098/1. Fols. 29 rº-33 vº. (MOYA VALGAÑÓN, José Gabriel: Arquitectura religiosa del siglo
XVI en La Rioja Alta. Tomo I. Logroño. Diputación Provincial. I.E.R., 1980; págs.: 164-167).
50. MOYA VALGAÑÓN, José Gabriel: Op. ci.t; pág.: 173.
51. A.H.D.L.: Tirgo. Libro de Fábrica, 1587-1633. Caja 4. Fols. 49 rº-50 rº.
52. MOYA VALGAÑÓN, José Gabriel: Arquitectura religiosa del siglo XVI en La Rioja Alta. Tomo I. Logroño. Diputación Provincial. I.E.R., 1980; págs.: 95-96.
53. A.A.V.V.: La Rioja y sus gentes. Logroño. Diputación de La Rioja, 1982.
su propiedad. Además, agrega al mayorazgo impuesto sobre ella por sus abuelos, las casas, viñas y heredades que estaban en Tirgo, así como en otros términos. Después de su fallecimiento sería Dámaso de Briones, beneficiado en la Iglesia parroquial de Tirgo, su sobrino, quien asumiría la sucesión en el mayorazgo54. En el Libro de difuntos queda constancia de que Francisco de Briones y Mena falleció el 7 de julio de 1758, fundó doce aniversarios por su alma y uno por el de su hermana Magdalena de Briones, siendo enterrado “…en la sepoltura suia propia que tenia en la capilla de Nuestra Señora de los Remedios…”55. El hecho de ejercer el patronazgo en el siglo XVIII no implica que fuera el responsable de su construcción, dado que ésta pudieron haberla llevado a cabo sus antepasados.
Otra intervención, que probablemente se realizó en la segunda mitad del siglo XVI, por el aspecto que dio al conjunto, como puede observarse en las fotografías tomadas en 1969 y 1972 (Lám. 17), fue el recrecimiento exterior de los muros de la nave, dando como resultado final un tejado, a cuatro aguas, que permitía crear una cámara entre el tejado original de la construcción medieval, cerrada con losas
54. A.H.P.LR.: Leiva. Pedro Antonio Pozo y Valle, 1757-1758. Leg. 8.446/1. Fols. 90 rº-97 rº.
55. A.H.D.L.: Tirgo. Libro de difuntos, 1684-1761. Caja 2. Fols. 150 vº-151 rº.
de piedra, y el nuevo tejado. Este espacio facilitaba el acceso al interior de la torre campanario, en el ángulo noroeste de la Iglesia. La apariencia exterior de la cons- trucción se semejaba a las edificaciones del siglo XVI, con naves de más altura56. El espacio intermedio que se creo, en ningún momento se describe en los Libros de Fábrica, como lugar destinado a una utilidad concreta.
Después de recrecer los muros perimetrales la espadaña quedó oculta, por lo que debió levantarse una torre, en el ángulo noroeste de la Iglesia, aunque a ese período del siglo XVI, solamente corresponderían los dos primeros cuerpos. En
1739 el mayordomo de la Fábrica, Juan Ortún, dio 40 reales al maestro de cantería Francisco de Landa por una traza “…para hazer una torre en la Yglesia…”. Sin em- bargo, hasta el 14 de noviembre de 1745 no se presentó la memoria en la que se especifican los gastos que había ocasionado su ejecución. Fue José de Landa el maestro de cantería que hizo la obra, pagándole por ello 5.000 reales, a los que se sumaron 327 por las mejoras; el carpintero Santiago de Jáuregui recibió 440 rea- les; José de Fuentes, maestro herrero, 107 reales por hacer clavos y otros herrajes que se utilizaron no solo en la torre, sino también en el tejado; y 120 reales fueron necesarios para teguillo y tejas57.
Con todas las circunstancias señaladas podríamos dar por concluida la construcción de la Iglesia de El Salvador de Tirgo, sin embargo, hay otras intervenciones que a primera vista podrían pasar desapercibidas, de las que dan buena cuenta las fuentes documentales, ayudándonos a comprender mejor el edificio. Así, en el siglo XVII, se produjo un acontecimiento relevante, en 1687, el mayordomo de la Fábrica, Matías de Mena, presentó una memoria en la que se anotaron los gastos ocasionados “…para redificar el paredon prinzipal de la Yglesia, porque hizo ruina y se caio ttoda la obra, como es nottorio…”. No se aclara en ningún momento la pared concreta en la que se intervino, pero observando la edificación, puede señalarse que en el muro oeste, el aparejo de los sillares no está dispuesto de igual forma que en el resto de la edificación medieval y elementos como la ventana y la puerta situadas en este hastial, presentan el aspecto de haber sufrido importantes modificaciones, al situarse descentrado del eje el vano superior y mal colocados los sillares en el arco de medio punto en la puerta. En la memoria se indica que se dieron 800 reales por la piedra que tuvo que colocarse en la nueva intervención; hasta 226 reales por nueve vigas que se compraron en Anguciana, dado que al hundirse la pared se habían roto y no podían aprovecharse; madera, cabrios, teja, etc., quedan reflejados, junto con 375 reales que recibió un maestro de carpintería del que no llega a indicarse el nombre58.
56. SAULEDA, Jorge: “La Iglesia de Tirgo, Monumento Histórico-Artístico (II)”. Nueva Rioja. Logroño, 25 de noviembre de 1969; pág. 8.
57. A.H.D.L.: Tirgo. Libro de Fábrica, 1687-1759, Caja 5. Fols. 171 rº y 179 vº-180 rº.
58. A.H.D.L.: Tirgo. Libro de Fábrica, 1687-1759, Caja 5. Fol. 4 rº-vº.
La Iglesia de El Salvador de Tirgo tiene, bajo su suelo de madera, las losas de piedra que se corresponden con el encajonado de las sepulturas. Durante los siglos XVII y XVIII éstas supusieron un continúo gasto, dado que su uso las estropeaba, además de ser necesario vaciarlas. El primer libro de difuntos que se conserva se inicia en 1603 y, en esa fecha, los enterramientos se hacían en el interior de la Iglesia, siendo varias las ocasiones en las que se escribe el precio que costaban las sepulturas, dependiendo éste de su mayor proximidad con el altar mayor. En 1682,
1687 y 1759 quedan establecidos seis órdenes de sepulturas y uno más debajo del coro, oscilando su coste entre los 1.000 y los 50 maravedís, llegando a señalar que las primeras eran “…las lapidas donde se entierran a los sacerdotes…”, siendo de- bajo del coro el lugar destinado a los pobres, los cuales no pagaban nada59. Pero sin duda, lo más costoso era su encajonado, así el 15 de julio de 1682, Mateo Ezquerro, junto con sus compañeros canteros, vecinos de Pilas, en el valle de Tras- miera, aceptaron la obra del “…enlosado y divisiones de las sepulturas…”, por un coste de 600 reales, en los que se incluyó mover el púlpito y un altar dedicado a Nuestra Señora del Rosario. En la siguiente centuria, fue en 1736 cuando se dieron
120 reales al maestro de cantería Juan Bautista de Albaizar, por una nueva traza para el encajonado de las sepulturas y, en 1737, se anotó que el coste de la obra ascendió a 2.430 reales, llegando a ocupar los enterramientos el suelo de la sacristía. Pese a la importancia de la reforma, a finales de la centuria, hacia 1795, de nuevo la Fábrica se vio obligada a dar una importante cantidad de dinero, 2.804 reales para abonar los jornales de los oficiales que de nuevo hicieron el encajonado de las sepulturas60.
El paso de los siglos ha ido introduciendo reformas en la Iglesia de El Salvador, pero no solamente en su arquitectura. Uno de los elementos que transforman por completo el interior de los espacios sagrados medievales es el de la colocación de retablos, suponiendo éstos un intento de aproximación a la doctrina cristiana y de las vidas de los santos a los fieles. Ignoramos si en el caso de Tirgo existió antes del siglo XVIII algún retablo en el ábside, es posible que no, puesto que en las pa- redes hay pinturas murales que cumplirían perfectamente con la función señalada. Fue quizás cuando éstas estuvieron muy deterioradas, al tiempo que la Fábrica contó con el dinero suficiente, el momento en el que se hizo un retablo mayor. Gracias a una memoria dada el 27 de septiembre de 1713, sabemos el coste que supuso a la Fábrica: 30 reales por la licencia y derechos para poder ejecutarlo; 65 reales al maestro que hizo la traza; 51 reales en el refresco que se dio a los maestros que asistieron al remate de la obra; 3.395 reales al maestro Lorenzo de Ribas, vecino de Ciceñas, por hacerlo, incluido el coste de las mejoras; 22 reales y medio
59. A.H.D.L.: Tirgo. Libro de Fábrica, 1633-1686, Caja 4. S.f. / Libro de Fábrica, 1687-1759, Caja 5. S.f. / Libro de Fábrica, 1759-1850, Caja 5. S.f.
60. A.H.D.L.: Tirgo. Libro de Fábrica, 1633-1686, Caja 4. S.f. (1682, julio, 15) / Libro de Fábri- ca, 1687-1759, Caja 5. Fols. 167 vº y 169 vº / Libro de Fábrica, 1759-1850, Caja 5. Fol. 129 rº.
por los clavos que se utilizaron y 60 reales por las fijas que hizo Tomas de Fuentes; y, finalmente, 240 reales por el coste del banco o pedestal sobre el que se asentó retablo. Su elevado precio fue, sin duda, el motivo por el que no fue dorado hasta el año 1770, cuando se dieron a un maestro dorador 4.000 reales, pudiendo entonces darlo por finalizado61.
Finalmente, también es necesario tener en cuenta las obras realizadas en el siglo XX que han cambiado la estructura arquitectónica de la Iglesia de El Salvador, en gran medida. De ese modo, ignoramos el estado en el que se encontraba el interior de la Iglesia, pero en la basa de la columna del lado del evangelio, que separa el primer tramo del segundo se conserva una inscripción del año 1953, gracias a la cual sabemos que el capitel que corona esta columna, junto con el situado frente a él, fueron rehechos en esa fecha imitando el conservado en el muro sur del último tramo de la Iglesia, en el espacio ocupado por el coro alto.
Aunque, sin duda, más importante fue la transformación que se llevo a cabo unos años más tarde, cuando en noviembre de 1968, el arquitecto Manuel Lorente Junquera afirma en su memoria que la Iglesia, pese a estar a punto de ser declara- da Monumento Nacional, su “…estado de conservación es muy deficiente…”. El proyecto de restauración tenía previsto desmontar y volver a colocar el muro de sillería recrecido en el exterior de toda la nave y la colación de un nuevo tejado, la reparación del tejado del ábside y las capillas de la nave; la re colocación de las losas que cubrían el suelo interior; la restauración del fuste de las columnas del primer tramo “…ya que se encuentran bárbaramente castradas y mutiladas…”; la limpieza de los paramentos interiores; colocación de una nueva mesa en el altar, acorde con las normas del Concilio; la fijación de vidrios en las ventanas; y la instalación de luz eléctrica. Pese a la urgencia con la que se planteaban las obras no fue hasta el año 1972 cuando se iniciaron y éstas consistieron, fundamentalmente, en derribar el recrecido del muro perimetral de la nave, lo cual conllevó la apari- ción del tejado de lajas de piedra y la estructura de la espadaña medieval (Lám.16). Ésta última fue reconstruida, al tiempo que se rehizo la línea de canes existen- te sobre la puerta de entrada al templo, donde se habían perdido un buen número de elementos. En estos trabajos, incluso, se optó por recuperar tres canes que habían quedado ocultos por la torre en el lado norte trasladándolos al sur, mostrándonos las fotografías antiguas este tipo de trabajos (Láms. 17 y 18). Son éstas las que nos ayudan a conocer el grado de la intervención que se llevó a cabo en el templo, dado que la propuesta de reforma que Manuel Lorente Junquera para el interior no se ejecutó62.
61. A.H.D.L.: Tirgo. Libro de Fábrica, 1687-1759, Caja 5. Fols. 93 rº-97 vº / Libro de Fábrica,
1759-1850, Caja 5. Fol. 61 vº.
62. El informe sobre la restauración de la Iglesia de El Salvador de Tirgo puede consultarse hoy en el Archivo General de la Administración, en Alcalá de Henares.
Conclusiones
Las Iglesias medievales de localidades cuya población no sufrió un gran crecimiento, al tiempo que no contaron con un poder económico floreciente o un mece- nas, que les permitiera llevar a cabo obras que implicaran un cambio substancial en sus estructuras arquitectónicas, han conservado hasta nuestros días sus templos sin apenas modificaciones. En algunos casos se produjeron aproximaciones a las tendencias renacentistas (como son los casos de Ochánduri y Tirgo) o las barrocas (interior de la Iglesia de Villaseca). Estas adaptaciones al gusto de cada época son entendidas hoy como un detrimento del edificio medieval, intentando devolverlos a su “estado original”. Es muy difícil encontrar éste y, en cualquier caso, las intervenciones deberían contar con equipos interdisciplinares que, junto con los arquitectos, dejaran clara constancia del estado de las Iglesias antes y después de las obras, analizando las estructuras desde todos los puntos de vista necesarios.
Como queda constatado en el caso de la Iglesia de El Salvador en Tirgo, el pro- ceso constructivo es más complejo de lo que en principio podría presuponerse y, la falta de estudios previos, nos han llevado a perder elementos como el tejado de losas de piedra que recubría la nave. En el futuro más inmediato veremos cómo las Iglesias de Galbárruri, Castilseco o la Ermita de Santa Asensio en Ojacastro se ven
inmersas en un profundo proceso de reformas, únicamente en el caso de Castilseco se ha llevado a cabo un estudio previo63, cuyos resultados nos indican una vez más nuestro gran desconocimiento de estos monumentos y la importancia de los trabajos interdisciplinares.
Abreviaturas
– A.H.D.L.: Archivo Histórico Diocesano de Logroño.
– A.H.P.LR.: Archivo Histórico Provincial de Logroño.
– I.E.R, M/…: Instituto de Estudios Riojanos, Manuscrito/…